DE LAS INCORPORACIONES Y LAS LÁGRIMAS
En estos días
asistimos al espectáculo habitual de niños llorando en patios de
colegio, auténticos dramas en las puertas de las guarderías, padres más o
menos desolados, niños desgañitándose entre lágrimas y gritos.... y
todo ello aderezado con los comentarios de los profesionales de la
educación, quienes aseguran que es normal, que todos los niños pasan por
esto y no les afecta en nada, que luego se lo pasan genial, que están
manipulando a los papás para que no los dejen solos..... Demasiados
lugares comunes que, como es habitual, sólo buscan la comodidad del que
ostenta más poder, evidentemente el adulto y mayoritariamente los
educadores.
Vayamos por partes.
"Es normal que el niño llore"
Está será una de las
pocas afirmaciones ciertas que escucharemos. El niño está acostumbrado a
un ambiente familiar, conocido, ya sea en casa con mamá/papá o con una
cuidadora, ya sea con los abuelos, es decir, un entorno totalmente
seguro en el que está acostumbrado a moverse y donde sabe que una
persona muy cercana está pendiente de él, donde sus juguetes son suyos,
donde cualquier necesidad suya será cubierta de forma inmediata....
¿Suena bien, verdad? Un buen día, ese "paraíso" desaparece y lo
cambiamos por una sala con muchos niños a los que no conoce (para un
bebé de 1 ó 2 años 11 niños son muchos niños, aunque nos cueste
creerlo...), entre los cuales habrá niños muy tranquilos, niños más
posesivos, niños acostumbrados a morder o a pegar.... y no contentos con
esto, papá/mamá/abuelos se van y le dejan en los brazos de una
auténtica desconocida que, según desaparezca su adulto de referencia, le
va a dejar en el suelo con el resto de niños.... Este niño ha pasado de
tener un apartamento para él solito a tener que convivir en un piso
patera donde, como poco, se siente fuera de lugar y desprotegido.... ¿No
es para llorar?
"Todos los niños pasan por esto y no les afecta en nada"
No, todos los niños no
pasan por esto (afortunadamente), y eso de que no les afecta.... en
fin, dicen que el movimiento se demuestra caminando, y a ello vamos.
Empecemos por empatizar. La situación más parecida por lo que podríamos
pasar en nuestra vida de adultos sería una reunión donde nos ha invitado
nuestra pareja (o un amigo/a) y en la que ninguno de los dos conocemos a
nadie. Según llegamos nos asalta la sensación de que las personas que
están allí no encajan con nosotros, que son auténticos extraños con los
que nunca tendremos nada en común, y que además de todo, nos miran de
una manera que nosotros traducimos en un sentimiento de intimidación y
amenaza. Absortos en estos pensamientos, no nos hemos dado cuenta de que
nuestro acompañante se ha ido, y nos ha dejado allí, no sin antes
dejarnos una nota indicando que le ha surgido un compromiso, que volverá
a recogernos en un par de horas, en el mejor de los casos, y que no nos
preocupemos porque ese lugar es fantástico y vamos a pasarlo genial....
Yo me sentiría terriblemente abandonada y no creo que volviese a
dirigirle la palabra en mucho tiempo al desconsiderado que me ha dejado
tirada en esa situación, y sí, este sentimiento afectaría
sustancialmente a nuestra relación y sobre todo dañaría de forma
irremediable mi confianza en esa persona. Claro, que yo tengo la
posibilidad de coger mis bártulos y marcharme por donde he venido, en
taxi, caminando, en autostop, etc.... Nuestros niños no tienen esa
posibilidad, por lo que hay que añadir un agravio más al cóctel de
sentimientos.
"Luego se lo pasan genial"
Estaría bueno que no
les ofreciesen algo de juego y entretenimiento, estaríamos hablando de
una cárcel en lugar de una guardería, y eso estaría mal, muy mal... Si a
eso le añadimos que el ser humano es sociable por naturaleza y que es
muy complicado no coincidir en gustos con al menos una persona de entre
doce, la ecuación es muy clara: los niños terminarán jugando con otros
niños y pasándoselo bien.... La pregunta que queda en el aire es
¿compensa el precio que ha tenido que pagar?
"Manipulan a los papás para que no les dejen solos"
No, no manipulan.
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, estos
son los significados del verbo manipular:
manipular.
(Del lat. manipŭlus, manojo, unidad militar, y en b. lat. el ornamento sagrado).
1. tr. Operar con las manos o con cualquier instrumento.
2. tr. Trabajar demasiado algo, sobarlo, manosearlo.
3. tr.
Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en
el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la
justicia, y al servicio de intereses particulares.
4. tr. coloq. Manejar alguien los negocios a su modo, o mezclarse en los ajenos.
Según esta definición, la acepción que podríamos asociar con la afirmación analizada es la tercera. Leámosla de nuevo: "Intervenir
con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado,
en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia y al
servicio de intereses particulares". Descartando la intervención en
política y mercados, centremonos en la intervención que pueden hacer
nuestros retoños en la información que nos transmiten con sus reclamos.
¿Realmente pensamos que distorsionan la verdad o la justicia cuando
lloran desconsolados pidiéndonos que no nos vayamos? Seamos objetivos,
cuando están bien y cómodos no lloran ni nos piden que no nos vayamos
(por ejemplo cuando están jugando en un lugar conocido con alguien
conocido o con un juguete que les gusta mucho), ¿qué nos hace pensar que
nos están engañando cuando su comportamiento es justo el contrario?
¿por qué decidimos que cuando lloran y nos reclaman están distorsionando
la verdad, pero cuando están contentos no nos planteamos la posibilidad
de que estén disimulando? Muy sencillo, porque en el primer caso no nos
incomoda su actitud, porque sus sentimientos son agradables y consiguen
que nazca una sonrisa llena de ternura en nuestra cara, pero en el
segundo caso lo que hacen es remover sentimientos negativos, evidencian
su malestar, y no nos gusta, no queremos hacernos cargo de ese malestar,
preferimos que sean ellos mismos quienes lo gestionen y lo superen como
puedan, porque es más fácil para nosotros, educadores y padres, y
porque el niño es un buen economista y cuando ve que una queja, aunque
legítima, no es respondida ni satisfecha opta por adaptarse al nuevo
medio que se le ha impuesto.
No quiero acabar sin analizar el último punto de la acepción que estamos viendo, "al servicio de intereses particulares".
Por supuesto que sí, su "interés particular" al rogarnos que no nos
vayamos es cubrir su necesidad de seguridad, de amor, de cobijo.... ¿hay
un interés particular más legítimo que éste?
Por
cierto, si alguno de sus hijos encaja con la definición de "manipular",
en lugar de inscribirle en una guardería o colegio afiliénle a un
partido político, tendrán su futuro garantizado.
Mónica Rodríguez Hernández
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